La Escuela Deportiva Municipal de Ajedrez de Bargas lleva funcionando desde la temporada 87/88, impartiendo formación a alumnos de entre 7 y 18 años de edad. El monitor desde su inicio es José Antonio Alonso Pérez, profesor de profesión. Al igual que las demás Escuelas Deportivas Municipales dependemos de la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Bargas.

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Objetivos de la E.M. de ajedrez.

Dadas las especiales características de este deporte, el trabajo semanal con nuestros alumnos está basado en cuatro objetivos generales, que año tras año repetimos como auténtica declaración de principios e intenciones de la misma:

I) PEDAGÓGICO. Contribuir al desarrollo intelectual y rendimiento escolar del alumno.

Creemos que el aprendizaje y la práctica del ajedrez pone en marcha una serie de mecanismos intelectuales importantes en la trayectoria académica de los alumnos, como son:
  • Capacidad de concentración,
  • Estímulo de la memoria,
  • Soltura en el cálculo lógico y aritmético,
  • Revisión y corrección de errores,
  • Utilización de lenguaje simbólico (anotación de las partidas),
  • Desarrollo de la capacidad crítica (valoración de posiciones), etc.
Quizás sea aventurado por nuestra parte, sin un estudio profundo y profesional, establecer una relación de causa efecto entre la presencia en la escuela de ajedrez y un buen aprovechamiento escolar, pero no cabe duda que la práctica de las habilidades anteriores incidirá positivamente en el mismo. II) LÚDICO. Conseguir que los chavales se diviertan jugando. Sin duda esta es la vertiente más conocida del ajedrez, sobre todo por el común de la sociedad no iniciada en este deporte / juego. Aunque a los que pertenecemos a este mundillo no nos gusta asimilar el ajedrez a un juego de mesa, no debemos de olvidar esta acepción, porque además es el auténtico seguro de fidelidad de los alumnos a nuestra escuela: mientras se diviertan, su interés por el ajedrez no decrecerá. Claro que, evidentemente, perder habitualmente no es divertido, por lo que hay que desarrollar estrategias que permitan a cada chaval tener opciones en los niveles que vaya adquiriendo. Por otro lado, pretendemos que al devenir de los años y hacerse adultos nuestros alumnos, aparte del poso intelectual y los recuerdos de infantiles competiciones, les quede de su paso por la escuela una alternativa más de ocio, que haga que alguna tarde se reúnan dos amigos alrededor de un tablero y un café para pasar su tiempo jugando unas partidas. Aún estamos lejos de la imagen de los parques repletos de jugadores aficionados, o de que en los bares junto a las barajas de cartas y fichas de dominó estén el tablero y las 32 piezas, pero es legítimo que lo intentemos. III) FORMACIÓN SOCIAL. Servir de herramienta socializadora. Tratamos de favorecer la adquisición de actitudes, valores y hábitos saludables desde el punto de vista del niño como miembro de la sociedad. Es lo que en términos pedagógicos de la LOGSE se denominan “temas transversales”, y que enumeramos algunos de ellos:
  • Desarrollo del pensamiento crítico y racional: planificación secuencial y racional de las jugadas, estrategias a corto, medio y largo plazo, hábito de pensar antes de actuar,…
  • Valorar los riesgos y beneficios de las propias acciones, eligiendo entre varias alternativas: en cada movimiento hay un mundo de posibilidades.
  • Capacidad de autocrítica: cuando acaba la partida, se analiza.
  • Seguimiento de reglas y normas: el ajedrez es bastante prolijo en ellas.
  • Fomento del “fair-play”: tanto al comienzo como al final de la partida, el saludo entre los rivales, que no enemigos.
  • Cultivo del compañerismo: aunque se trata de un deporte individual, en clase tenemos compañeros, cuando jugamos una competición deseamos el mejor resultado para los “nuestros”, y además, siempre hay alguna competición por equipos donde prima la solidaridad entre los miembros del mismo, y cada uno se siente contribuyente al resultado colectivo.
  • Conocimiento del entorno geográfico del niño: cuando se sale a jugar a otras localidades (que es lo frecuente), en los descansos de los torneos el niño recorre el pueblo, hace amigos de otros lugares, en definitiva, amplía su “mundo”.
  • Materialización de la igualdad de sexos: el ajedrez es uno de los pocos deportes en los que los niños y niñas juegan juntos, son exactamente iguales. Además, se ejerce una “discriminación positiva” con las niñas (al ser aún menos numerosas), distinguiéndolas sólo a efectos de premios (hay clasificación conjunta de la que se extraen los premios de chicas).
  • Vehículo de integración con otras culturas: es ajedrez es un juego universal desde hace siglos, que ha seguido un completo camino de culturas desde su origen en la India hasta llegar a nuestro país.
  • Incorporación a la sociedad de la información: fomentar el acceso a páginas de Internet relacionadas con el ajedrez y consulta de información relativa a torneos y resultados de los que ellos son protagonistas.
IV) DEPORTIVO. Ofrecer a los chavales cauces para la competición. Aunque para algunos, al carecer de esfuerzo físico, el ajedrez no sea un deporte en el clásico sentido del término, el hecho de plantear una competición pura entre dos contendientes disipa esas dudas. Es claro que si no se generan situaciones en las que se puedan encauzar la competición, el interés por la actividad de los alumnos desaparece rápidamente. Estas “competiciones” se estructuran en dos niveles:
  1. Interno de la escuela, que es donde se pasa el mayor tiempo, y debe servir al monitor para calibrar de cerca la diferente evolución de cada alumno.
  2. Externo, en competiciones con niños de otras localidades, fundamental para conocer situaciones diferentes a las de la propia escuela (éstas con la inevitable carga endógena ya que los niños acaban conociendo en exceso el juego de sus compañeros y se acostumbran a él). Además, estas competiciones externas sirven al monitor para comparar el rendimiento de la propia con otras escuelas y asimilar experiencias de las mismas.
No hay que olvidar que aunque la competición no sea la única finalidad, esta es una escuela deportiva, y los torneos de los sábados y los logros deportivos de los chavales debe ser uno de los pilares de la actividad. Pero por otro lado, hay que involucrar a todos los niños en la competición, tengan el nivel que tengan, generando situaciones que permitan a todos PARTICIPAR en torneos adecuados a ese nivel sin sentirse fracasado.

En definitiva, ¿cuál es el fruto final del paso de un chico/a por esta escuela?

  • Esperamos que el alumno adquiera una formación adecuada no sólo para participar en competiciones de ajedrez de todo nivel (en la actualidad contamos con chavales que juegan campeonatos provinciales, regionales y nacionales al mayor nivel), si no que las cualidades adquiridas redunden en su formación integral
  • No buscamos fabricar campeones a toda costa, si no personas que disfruten del deporte y estén preparadas para encarar situaciones cotidianas, tanto académicas como sociales y personales.
  • Intentamos particularizar los objetivos de cada alumno: habrá unos más dotados para la competición a la vez que otros que sólo pretenden divertirse jugando.
  • Finalmente, dado que es una actividad que conlleva esfuerzo para progresar, pretendemos adecuar horarios y actividades a lo que es prioritario en estas edades: el desarrollo académico. En ningún momento se cargan de “deberes extras” a los alumnos. Esa es la razón de que las clases se desarrollen los viernes, una vez acabada la semana lectiva.
En resumen, el mensaje fundamental que se pretende inculcar desde esta Escuela, y en general desde todas nuestras Escuelas Deportivas Municipales es que lo importante NO es ganar, sino PARTICIPAR, DIVERTIRSE y FORMARSE COMO INDIVIDUO.
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