Amplio, armonioso y de correctas proporciones, configurándose como una obra de estilo barroco austero y rectilíneo, fabricada en ladrillo toledano, que presenta fundamentalmente las características propias de la arquitectura religiosa dirigida por los maestros toledanos al servicio del Arzobispado durante los siglos XVII y XVIII.
 
En origen, la iglesia era de una sola nave, cubierta con una armadura de madera con tirantes de tipo mudéjar que terminaba en capilla mayor o ábside. De este período se conserva la torre de ladrillo, el elemento más antiguo de todo el conjunto, formado por un alto cuerpo cuadrado, quizá de finales del siglo XV, en el que se aprecian los ventanucos de reminiscencia mudéjar, y un campanario apilastrado ya del siglo XVI, estando rematada por aguzado chapitel de pizarra realizado en el siglo XVIII.
 
Tras las actuaciones realizadas a lo largo del tiempo, la iglesia presenta en la actualidad una planta de cruz latina con tres naves, la central más ancha y alta, estando cubiertos sus cinco tramos con bóveda de medio cañón con lunetos, mientras que las laterales, desiguales en longitud, llevan sus tramos más bajos cerrados por bóvedas baídas, separadas por pilares apilastrados y arcos de medio punto, situándose el coro a los pies. La nave transversal o de crucero remata su media naranja con linterna que marca el centro de la cruz ante el presbiterio y altar mayor, el cual está cubierto por medio cañón. El altar fue ornamentado más tarde en su testero con un retablo churrigueresco pintado al fresco, que contrastaba con el blanco enlucido de sus muros, pilastras y cornisas de orden dórico, y del que sólo se conserva un fragmento situado en una de las naves laterales del templo.

Historia

Las primeras noticias sobre el edificio corresponden a finales del siglo XVII, momento en que el Concejo del lugar, siendo su alcalde ordinario Juan Lázaro Carrasco, Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, decide emprender el ensanche del templo parroquial. Para ello otorga poder, en septiembre de 1694, a los vecinos Blas Bargueño, Alonso García, Marcos Fernández Romo y Juan Díaz del Águila, para acudir al Consejo de Gobernación del Arzobispado de Toledo, obligándose a costear por cuenta del pueblo el acarreo de los materiales necesarios para las obras. En septiembre de 1696, el Concejo de Bargas, el Cura D. Cristóbal García, el Mayordomo Mayor de la iglesia y demás vecinos, otorgan un poder conjunto a Blas Bargueño y Juan Lázaro Carrasco para que traten en Toledo el ajuste de la obra, obteniendo sentencia favorable del propio Consejo del Arzobispado, que a primeros de septiembre dio autorización para ampliar la iglesia “en que se comprendía el reparo de la capilla mayor conforme a la nueva planta hecha por Pedro González, maestro mayor de obras de Su Majestad en sus Reales Alcázares de dicha ciudad de Toledo y aparejador de las de la dicha muy Santa Iglesia”. No obstante, la valoración del coste total de reparos y obra nueva de la capilla mayor realizada por este arquitecto ascendía a 134.914 reales, y su proyecto no fue finalmente aceptado por resultar demasiado costoso.
 
En enero de 1697, se aceptó el planteamiento de Francisco de Huerta, alarife y maestro de obras en Toledo, que veía la posibilidad, conservando la vieja pared maestra del mediodía, de ensanchar la nave y a la que se añadiría como obra totalmente nueva una capilla mayor con su crucero, reduciendo el gasto total a 70.197 reales. Aceptada la propuesta de Huerta, en octubre de ese mismo año comenzaron las obras, para las cuales fueron contratados Esteban Rojas, vecino de Casarrubios del Monte, y Juan García Villamayor, vecino de Yunclillos, ambos maestros de albañilería.
 
Lo cierto es que, detenida la obra en 19 de marzo de 1698, vuelven a contratarla pero sobre la planta y condiciones para capilla mayor y sacristía que de nuevo entrega el arquitecto Pedro González por orden del Arzobispado, con un coste de 96.000 reales, dándose fin a la construcción en 1705. A lo largo de estos siete años que duraron los trabajos se hicieron de limosna entre varios vecinos diferentes pegujares de trigo y cebada para costear los materiales, a la vez que las asignaciones en las rentas de la parroquia se obtenían no sin dificultades. Por ello, el Concejo convino con el Arzobispo de Toledo el cumplimiento de los últimos pagos a los maestros de la obra, dado que ésta había sobrepasado los costes previstos debido a las mejoras realizadas por los maestros en la construcción.
 
Esta fábrica nueva de cabecera determinó que el cuerpo de iglesia se derribara a partir de 1790, construyéndose a finales de siglo las tres naves actuales, esta vez con condiciones y planos del maestro de obras de Toledo José Ignacio García, pero siguiendo el orden y correspondencia con lo levantado noventa años antes, y ocupando así todo el espacio entre la vieja torre, que se mantenía en pie, pero rebasando su línea de poniente, y la mencionada capilla mayor, alzada a plomo sobre el talud del antiguo camino a Camarena.
 
(datos obtenidos de Antonio J. Díaz Fernández, en su artículo «Nuestra Historia.. La Iglesia Parroquial de San Esteban Protomártir de Bargas y datos de su construcción». Programa de Fiestas Septiembre 1998.)

Autor

Francisco de Huerta; Pedro González; José Ignacio García

Entorno y visita esencial

La Iglesia Parroquial se alza en el casco histórico de Bargas, asentada sobre un altozano que domina toda la localidad y cuya silueta se perfila en el horizonte de las tierras de la Sagra.
 
Además de los actos litúrgicos, la Iglesia es escenario de numerosos eventos coincidiendo con los actos religiosos que se celebran con motivo de las fiestas en honor al Stmo. Cristo de la Sala. Por ello, recientemente se ha reformado el entorno urbano del templo, dotándole de mayor accesibilidad e liluminación.
 
Cercana a la Iglesia se sitúa la Ermita del Stmo. Cristo de la Sala, que alberga la imagen del Cristo, muy venerado en la localidad, constituyendo ambas un conjunto monumental de interés histórico-artístico dentro del casco histórico de la localidad.